"Donde hubo lágrimas…”
La semana pasada plantamos una semilla.
Una pequeña promesa de vida,
un símbolo de lo que florece dentro de nosotras y nosotros
después de la tormenta.
Y en ese círculo sagrado de palabras,
brotaron voces con raíces profundas:
la voz que nombró su transformación,
la que revive con esperanza,
la que elige llevar a su ser querido como luz interna,
como canción que no se olvida.
Escuchamos el dolor de tomar decisiones sin quien amamos,
porque su presencia vive en nuestra piel,
como el aire que no se ve, pero se necesita.
Las lágrimas hablaron del Día del Padre,
de la ausencia que pesa y de los recuerdos que aún duelen.
Una voz confesó que se olvidó de nombrar a su propio padre,
como si el olvido fuera una traición silenciosa del alma.
Y desde lo más profundo del corazón, emergió esta verdad:
“Padre, no te he olvidado…
simplemente el dolor y la culpa me cegaron,
y no te había nombrado.
Pero ahora estoy encontrando mi luz,
mi fuerza…
y eres tú quien me guía a encontrarla.”
Otra compartió la batalla familiar en torno a un adiós,
cuando lo que él o ella pidió no fue respetado.
Surgieron juicios, críticas,
pero también amor, mucho amor.
El tipo de amor que duele porque es real.
Alguien dijo que no se puede dar lo que no se tiene:
tiempo, presencia, palabras.
Y muchos de ustedes se sintieron como niñas/niños perdidos,
esperando que alguien toque la puerta
Y devuelva la guía.
Pero también hubo reconocimiento.
Pequeños destellos de la persona que fuiste,
que aún está ahí, buscándose de nuevo.
Una voz recordó a su madre tal como ella era,
una versión que sus hermanos jamás conocieron.
Otra compartió que su cuerpo está luchando,
y con humildad, pidió guía…
para ella, para su esposo, para lo que vendrá.
Y así, entre lágrimas, raíces y memorias,
estas voces están volviendo a ser.
Encontrándose en medio de la niebla.
Están creciendo, juntas y solas a la vez,
como semillas que no sabían que podían florecer.
Esta semana, te invitamos a imaginar una carta de tu ser querido.
¿Qué te escribiría? ¿Qué te diría si pudiera estar aquí ahora?
Tal vez… te diría algo como esto:
“Estoy a tu lado, y lo único que deseo…
es verte sonreír otra vez.”
No estás solo/sola. Con respeto, un espacio que te abraza.